miércoles, 25 de mayo de 2011

Sueño de un esquizoide


Basta un completo abrir de ojos para que mi mente olvide qué estuvo soñando, pero acabo de despertar de una pesadilla tan aterradora que mi cerebro se resiste a borrarla. Imágenes enfermas alteraron mi conciencia, mi corazón perturbado late todavía acelerado. Tan real se veía todo... Qué nunca mi vida se vea expuesta a una situación semejante, no, no lo resistiría. En mi sueño tenía yo un gran empleo, una especie de gerente de una gran compañía. Sí, eso era yo, mi auto importado que descansaba en mi garaje, mi casa de verano que se erguía imponente a metros de la costa, mis trajes Armani envolvían mi cuerpo, mi hermosa esposa y mis maravillosos hijos me aguardaban en nuestro hogar, dónde vivíamos cálidamente. Qué armoniosa era la vida, qué simétrica. Yo había echado raíces que habían florecido. Cuántos frutos brotaban de este árbol.

Los autos cambiaban, los hijos crecían
las mujeres pasaban, mi mujer envejecía,
los muros se ensanchaban, el miedo crecía,
los nietos llegaban, y yo me extinguía.

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