Basta un completo
abrir de ojos para que mi mente olvide qué estuvo soñando, pero acabo de
despertar de una pesadilla tan aterradora que mi cerebro se resiste a borrarla.
Imágenes enfermas alteraron mi conciencia, mi corazón perturbado late todavía
acelerado. Tan real se veía todo... Qué nunca mi vida se
vea expuesta a una situación semejante, no, no lo resistiría. En mi sueño tenía
yo un gran empleo, una especie de gerente de una gran compañía. Sí, eso era yo,
mi auto importado que descansaba en mi garaje, mi casa de verano que se erguía
imponente a metros de la costa, mis trajes Armani envolvían mi cuerpo, mi
hermosa esposa y mis maravillosos hijos me aguardaban en nuestro hogar,
dónde vivíamos cálidamente. Qué armoniosa era la vida, qué simétrica. Yo
había echado raíces que habían florecido. Cuántos frutos
brotaban de este árbol.
Los
autos cambiaban, los hijos crecían
las
mujeres pasaban, mi mujer envejecía,
los
muros se ensanchaban, el miedo crecía,
los
nietos llegaban, y yo me extinguía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario